Madrid, 2 febreiro.
"Hay que estar aquí aunque sirva de poco, porque si no vienes
no cuentan contigo". Esta sentencia la soltó uno de los gurús que ayer andaban por Fitur, la feria de turismo donde "hay que estar", aunque cada vez sean menos los profesionales que participan en ella. Es un rito anual que genera una gran actividad económica en Madrid y que sirve como punto de encuentro para la gente del sector y también para los coleccionistas de folletos. Los stands de los diferentes destinos pretenden ser un escaparate de lo mejor de cada territorio, buscando, con mayor o menor fortuna, la diferenciación y la singularidad, para atraer turismo en un contexto de crisis sin precedentes y con una oferta cada vez más globalizada, competitiva y variada.
Sin salir de Fitur, podemos recorrer España y casi el mundo entero, adivinando los rasgos de países y comunidades autónomas a través de sus chiringos y mensajes, impactantes, acertados, disparatados o atávicos, algunos de ellos incluso susceptibles de tumbar al paciente en el diván. Es el caso de Galicia, ese país borroso que nos pregunta susurrando si le guardamos el secreto, con aliento de queimada, esa tierra que es testigo de inconfesables confidencias y que nos invita a perdernos definitivamente, a través de un brumoso mapa de cibernéticos geodestinos diseñados desde las nubes más altas, por el cual todo el territorio de Galicia puede y debe ser turístico.
El stand gallego deja bien a la vista nuestro síndrome de provinciano que intenta disimular su acento en la capital, acogiendo presentaciones y actos donde los únicos asistentes somos nosotros mismos, nuestro parroquianos y los medios de comunicación de Galicia, por lo que no tienen repercusión más allá de nuestro propio ombligo. En lugar de vender al mundo nuestros activos turísticos mas valiosos, como los Caminos de Santiago, la enogastronomía, las geografías, el patrimonio y la hospitalidad de este finisterre europeo, haciendo posible la internacionalización de la economía de Galicia con base en modelo turístico especializado, sostenible y ordenado, donde no cabe el cafe para todos sino la optimización de nuestros recursos mas valiosos, insistimos en pedir que nos guarden el secreto.
Menos mal que al lado del stand deGalicia, donde solo huele a lona, moqueta y pantallas planas, tenemos a los de Guijuelo, con sus aromas seductores, el stand de Asturias, que huele a verde y sidrina, o el de Castilla y León y Euskadi, siempre enrollados, sorprendentes y divertidos . Nos queda el consuelo de ver que Turespaña ha puesto una gran foto donde aparecen tres chicas guapas comiendo marisco en la terraza del Hostal dos Reis Católicos, con la Catedral de Santiago al fondo. Spain is different y Galicia non ten xeito. Que les aproveche. Menos mal que no nos hacen caso y comparten nuestro secreto a voces. Ellas son nuestras mejores embajadoras en esta feria de los secretos...
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